jueves, 19 de octubre de 2017

Cuento de las AFC.




PESADILLA EN EL COLEGIO

Érase una vez, un colegio muy antiguo que estaba encantado. En él solo había 35 niños y niñas, repartidos en tres clases.
Nadie quería ir a la entrada pequeña del colegio, porque allí estaba la habitación de un conserje que murió de forma misteriosa hacia ya muchos años.
Un día, durante el recreo, los niños y las niñas jugaron a vampiros y monstruos y en silencio cinco de ellos, Álvaro, Adrián, Claudia, Lucia y Francisco, sin que la maestra los viera, se dirigieron hacia la habitación cerrada del conserje. Allí estaban buscando las llaves en el umbral, cuando de repente… oyeron un grito dentro de la habitación vacía.
Los niños se quedaron paralizados. Claudia blanca como la pared, Francisco echó a correr, y tanto miedo llevaba que tropezó con sus propios pies y cayó en el único escalón que había. Lucia, Álvaro y Adrián que parecían ser los más atrevidos decidieron abrir la puerta, pero estaba muy difícil de abrir y chirriaba con un quejido largo que parecía le doliera la madera. Todos juntos la empujaron y se abrió lo suficiente como para poder pasar.
No había luz dentro de la habitación, pero Claudia, la niña precavida del colegio llevaba un pequeño llavero con una linterna. Ya en el interior, al encender la linterna los niños vieron que algo se movía rápidamente.
Era tanto el miedo que se abrazaron, estaban temblando y en ese momento, ¡un montón de huesos se cayeron encima de los niños y las niñas¡…La puerta se cerro de golpe. PUM!!!!! Detrás apareció la silueta de un niño que cayó como muerto al suelo. La linterna solidaria con aquel cuerpo también cayó al suelo.
Nuestros personajes, Álvaro, Lucia, Claudia y Adrián ya no podían contener el miedo y como locos echaron a correr hacia la puerta, tropezando unos con otros, con los huesos y con el niño desmayado que parecía ser A.J.
En ese momento suena el timbre del colegio. Dos niñas llamadas Victoria y Alejandra ven que faltan sus compañeros en la fila. Piden permiso para ir al aseo a la maestra, pero en secreto van a buscar a su amigo A.J. Sabían que últimamente le gustaba jugar a ser vampiro y a escondidas se colaba por un hueco de una ventana rota, en la vieja y tenebrosa habitación del conserje. Al asomarse las dos niñas vieron que varios bultos intentaban salir por la puerta entreabierta de la habitación vacía.
Se acercaron y asombradas vieron en el suelo a AJ. No entendían nada, Renesme y Marta las llamaban a voces desde algún lugar lejano del colegio.
Mientras se olfateaba un olor a pedos nauseabundo, todos los amigos y amigas se miraban, ninguno era, ninguna era pero ahí estaba el olor aplastado a ras de la nariz, sin ser capaz de levantar el vuelo y alejarse. El terror se estaba apoderando de todo el organismo de nuestros personajes, intentaban calmarse pero estaban histéricos, estaban nerviosos, estaban muertos de miedo.
Pasados unos minutos, Renesme fue a por agua para despertar a AJ.
Lo primero que encontró fue un cubo con agua sucia y maloliente, pero el momento requería de acción rápida, y sin pensarlo dos veces aquel cubo de agua apestosa cayó encima de A.J que despertó de repente, sin recordar nada y con restos de fideos en la cabeza, fideos que se habían recogido durante el mediodía de un plato caído de un niño de cuarto.
Imaginaros el aspecto, aquella escena estuvo mucho tiempo grabada en la memoria de aquellos niños y niñas.
Estaban muy preocupados, ¡cómo iban a explicar en clase el aspecto de AJ y las caras desencajadas de todos los demás! Era la hora de regresar a clase pero no tenían una explicación coherente para dar a la maestra.
Allí estaban apoyados en la pared, como pasmarotes, pensando que excusa iban a decir cuando por la puerta entreabierta se empezó a oír una música suave de violín. Todos y todas dejaron de respirar, y mantenían su respiración cortada por temor a hacer algún ruido y ser descubiertos, pero ¿descubiertos por quién? Allí no debería haber nadie.
En un arranque de incredulidad y valentía, se miran y deciden volver a entrar, son muchos, y la unión hace la fuerza, hay que descubrir el misterio de aquella habitación. Parados frente a la enorme portería, respiran profundamente y cuentan, primero el uno, le sigue el dos, y por fin tres.
Muy despacio abren la puerta, sus ojos poco a poco se acostumbran a la oscuridad y ven que la linterna que cayó al suelo, ahora está siendo sujetada por el esqueleto de una mano. Claudia, sin pensarlo bien, se dirige hacia aquella mano y la pisa enfadada agarra su linterna, y ante los ojos asombrados de nuestros valientes, aquella mano huesuda empieza a moverse rápidamente hacia la zona más oscura de la habitación. Por fin encuentra el botón de encendido de la linterna y la luz se hace en el recinto. Enfocan hacia el rincón más negro y allí está la mano, la ven envuelta en un hilo atado a su vez a la pata de un gato. Eso sí, era un gato negro. Todos respirar aliviados.
Adrian levanta la cabeza hacia el techo cuando algo cae sobre él, parece un pedazo de tarta roja.- ummmmm. Se relame. Dice.- parece de fresa, por el color rojo.
¡Qué gran error!, no dió tiempo a reprimirlo, un pedacito ya estaba siendo engullido por el niño atrevido, y un segundo más tarde, Adrian cae al suelo envenenado, entre todas y todos lo recogen y angustiadas y angustiados lo llevan al baño, quieren que Adrian vomite y meten su cabeza en la taza del wáter. Un olor apestoso sale de aquel baño pero no pierden el tiempo y comienzan a golpear el pecho de Adrian, con unas maniobras llamadas de RCP, ellos sabían cómo hacerlo. Por fin Adrian recupera el sentido. ¡Qué gran susto se han llevado! AJ lava su cara en el lavabo y los demás lo siguen, se acicalan y asean, y al querer regresar a la clase como si nada hubiera pasado, les sorprende el maestro de inglés por el pasillo, los envía a dirección. El director se encuentra hablando con Nayara, una niña espabilada del colegio. Reciben una buena reprimenda y son castigados a quedarse esa tarde hasta bien entrada la noche en el colegio.
La pandilla de valientes se miran con miradas cómplices, eso es algo con lo que no contaban, pero no les molesta, es la oportunidad perfecta. Quedarse solos en el colegio. Por supuesto, a Nayara no se le escapa las miradas entre los compañeros y compañeras y decide seguirlos sin que se den cuenta. Descubre el secreto y la pandilla decide que Nayara debe formar parte del grupo.
El reloj marca las 6 de la tarde del día 31 de octubre.
Ha empezado a llover, el cielo está nublado y gris y se ven caer rayos no muy lejos. Está por venir una gran tormenta. Un gran trueno retumba en los pasillos largos y vacios del colegio. Dentro de unos minutos empezará a anochecer. Los amigos y amigas se dirigen decididos a la habitación del conserje. Un gran rayo ilumina la estancia donde los niños están entrando y cientos de sombras fantasmagóricas aparecen momentáneamente, fruto del reflejo en los antiguos muebles, y hacen que un gran escalofrío recorra las espaldas de nuestros pequeños amigos. La idea delo vivido durante la mañana les hace retroceder y la idea ya no les parece tan buena. Nayara, entra la primera, convencida de que todo lo escuchado ha sido el resultado de exageraciones y fantasías de sus amigas.
De repente, la puerta se cierra detrás de ellos, y perplejos ven como aparecen lápidas bajo sus pies.
Todo se transforma.
La pandilla mira a su alrededor y solo hay muerte, están en un cementerio, atrapados entre dos mundos de fantasmas y monstruos.
Ellos no lo sabían pero están en tierra sagrada, donde siglos antes solo había tumbas.
Intentan escapar, pero no pueden, algo les agarra los pies y no pueden correr, luchan por zafarse de las manos que les tiran de las piernas hacia abajo, hacia las profundidades de la tierra.
Serán alimento de los monstruos.
En ese momento suena un timbre y la pesadilla desaparece. -¡Arriba! Se oye la voz de una madre. – Jimena, es hora de ir al colegio.
Con dolor de cabeza Jimena se levanta y se asoma a la ventana, algo ha cambiado. Mira y ve que todo es de color gris, y está en ruinas, su propia casa está destrozada…
FIN








Autores del cuento en cadena. Pesadilla en el colegio
Grupo de AFC, (fomento de la lectura)
Victoria
Jimena
Alejandra
Alfonso
Guillermo
Marta
Marina
Lucia.
Coordinadora; Manoli.






























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