PESADILLA
EN EL COLEGIO
Érase
una vez, un colegio muy antiguo que estaba encantado. En él solo
había 35 niños y niñas, repartidos en tres clases.
Nadie
quería ir a la entrada pequeña del colegio, porque allí estaba la
habitación de un conserje que murió de forma misteriosa hacia ya
muchos años.
Un
día, durante el recreo, los niños y las niñas jugaron a vampiros
y monstruos y en silencio cinco de ellos, Álvaro, Adrián, Claudia,
Lucia y Francisco, sin que la maestra los viera, se dirigieron hacia
la habitación cerrada del conserje. Allí estaban buscando las
llaves en el umbral, cuando de repente… oyeron un grito dentro de
la habitación vacía.
Los
niños se quedaron paralizados. Claudia blanca como la pared,
Francisco echó a correr, y tanto miedo llevaba que tropezó con
sus propios pies y cayó en el único escalón que había. Lucia,
Álvaro y Adrián que parecían ser los más atrevidos decidieron
abrir la puerta, pero estaba muy difícil de abrir y chirriaba con un
quejido largo que parecía le doliera la madera. Todos juntos la
empujaron y se abrió lo suficiente como para poder pasar.
No
había luz dentro de la habitación, pero Claudia, la niña precavida
del colegio llevaba un pequeño llavero con una linterna. Ya en el
interior, al encender la linterna los niños vieron que algo se movía
rápidamente.
Era
tanto el miedo que se abrazaron, estaban temblando y en ese momento,
¡un montón de huesos se cayeron encima de los niños y las
niñas¡…La puerta se cerro de golpe. PUM!!!!! Detrás apareció
la silueta de un niño que cayó como muerto al suelo. La linterna
solidaria con aquel cuerpo también cayó al suelo.
Nuestros
personajes, Álvaro, Lucia, Claudia y Adrián ya no podían contener
el miedo y como locos echaron a correr hacia la puerta, tropezando
unos con otros, con los huesos y con el niño desmayado que parecía
ser A.J.
En
ese momento suena el timbre del colegio. Dos niñas llamadas Victoria
y Alejandra ven que faltan sus compañeros en la fila. Piden permiso
para ir al aseo a la maestra, pero en secreto van a buscar a su amigo
A.J. Sabían que últimamente le gustaba jugar a ser vampiro y a
escondidas se colaba por un hueco de una ventana rota, en la vieja y
tenebrosa habitación del conserje. Al asomarse las dos niñas
vieron que varios bultos intentaban salir por la puerta entreabierta
de la habitación vacía.
Se
acercaron y asombradas vieron en el suelo a AJ. No entendían nada,
Renesme y Marta las llamaban a voces desde algún lugar lejano del
colegio.
Mientras
se olfateaba un olor a pedos nauseabundo, todos los amigos y amigas
se miraban, ninguno era, ninguna era pero ahí estaba el olor
aplastado a ras de la nariz, sin ser capaz de levantar el vuelo y
alejarse. El terror se estaba apoderando de todo el organismo de
nuestros personajes, intentaban calmarse pero estaban histéricos,
estaban nerviosos, estaban muertos de miedo.
Pasados
unos minutos, Renesme fue a por agua para despertar a AJ.
Lo
primero que encontró fue un cubo con agua sucia y maloliente, pero
el momento requería de acción rápida, y sin pensarlo dos veces
aquel cubo de agua apestosa cayó encima de A.J que despertó de
repente, sin recordar nada y con restos de fideos en la cabeza,
fideos que se habían recogido durante el mediodía de un plato
caído de un niño de cuarto.
Imaginaros
el aspecto, aquella escena estuvo mucho tiempo grabada en la
memoria de aquellos niños y niñas.
Estaban
muy preocupados, ¡cómo iban a explicar en clase el aspecto de AJ
y las caras desencajadas de todos los demás! Era la hora de
regresar a clase pero no tenían una explicación coherente para
dar a la maestra.
Allí
estaban apoyados en la pared, como pasmarotes, pensando que
excusa iban a decir cuando por la puerta entreabierta se empezó a
oír una música suave de violín. Todos y todas dejaron de
respirar, y mantenían su respiración cortada por temor a hacer
algún ruido y ser descubiertos, pero ¿descubiertos por quién? Allí
no debería haber nadie.
En
un arranque de incredulidad y valentía, se miran y deciden volver a
entrar, son muchos, y la unión hace la fuerza, hay que descubrir el
misterio de aquella habitación. Parados frente a la enorme
portería, respiran profundamente y cuentan, primero el uno, le
sigue el dos, y por fin tres.
Muy
despacio abren la puerta, sus ojos poco a poco se acostumbran a la
oscuridad y ven que la linterna que cayó al suelo, ahora está
siendo sujetada por el esqueleto de una mano. Claudia, sin pensarlo
bien, se dirige hacia aquella mano y la pisa enfadada agarra su
linterna, y ante los ojos asombrados de nuestros valientes, aquella
mano huesuda empieza a moverse rápidamente hacia la zona más oscura
de la habitación. Por fin encuentra el botón de encendido de la
linterna y la luz se hace en el recinto. Enfocan hacia el rincón
más negro y allí está la mano, la ven envuelta en un hilo atado a
su vez a la pata de un gato. Eso sí, era un gato negro. Todos
respirar aliviados.
Adrian
levanta la cabeza hacia el techo cuando algo cae sobre él, parece
un pedazo de tarta roja.- ummmmm. Se relame. Dice.- parece de fresa,
por el color rojo.
¡Qué
gran error!, no dió tiempo a reprimirlo, un pedacito ya estaba
siendo engullido por el niño atrevido, y un segundo más tarde,
Adrian cae al suelo envenenado, entre todas y todos lo recogen y
angustiadas y angustiados lo llevan al baño, quieren que Adrian
vomite y meten su cabeza en la taza del wáter. Un olor apestoso
sale de aquel baño pero no pierden el tiempo y comienzan a golpear
el pecho de Adrian, con unas maniobras llamadas de RCP, ellos sabían
cómo hacerlo. Por fin Adrian recupera el sentido. ¡Qué gran susto
se han llevado! AJ lava su cara en el lavabo y los demás lo siguen,
se acicalan y asean, y al querer regresar a la clase como si nada
hubiera pasado, les sorprende el maestro de inglés por el pasillo,
los envía a dirección. El director se encuentra hablando con
Nayara, una niña espabilada del colegio. Reciben una buena
reprimenda y son castigados a quedarse esa tarde hasta bien entrada
la noche en el colegio.
La
pandilla de valientes se miran con miradas cómplices, eso es algo
con lo que no contaban, pero no les molesta, es la oportunidad
perfecta. Quedarse solos en el colegio. Por supuesto, a Nayara no
se le escapa las miradas entre los compañeros y compañeras y decide
seguirlos sin que se den cuenta. Descubre el secreto y la pandilla
decide que Nayara debe formar parte del grupo.
El
reloj marca las 6 de la tarde del día 31 de octubre.
Ha
empezado a llover, el cielo está nublado y gris y se ven caer rayos
no muy lejos. Está por venir una gran tormenta. Un gran trueno
retumba en los pasillos largos y vacios del colegio. Dentro de unos
minutos empezará a anochecer. Los amigos y amigas se dirigen
decididos a la habitación del conserje. Un gran rayo ilumina la
estancia donde los niños están entrando y cientos de sombras
fantasmagóricas aparecen momentáneamente, fruto del reflejo en los
antiguos muebles, y hacen que un gran escalofrío recorra las
espaldas de nuestros pequeños amigos. La idea delo vivido durante
la mañana les hace retroceder y la idea ya no les parece tan
buena. Nayara, entra la primera, convencida de que todo lo escuchado
ha sido el resultado de exageraciones y fantasías de sus amigas.
De
repente, la puerta se cierra detrás de ellos, y perplejos ven como
aparecen lápidas bajo sus pies.
Todo
se transforma.
La
pandilla mira a su alrededor y solo hay muerte, están en un
cementerio, atrapados entre dos mundos de fantasmas y monstruos.
Ellos
no lo sabían pero están en tierra sagrada, donde siglos antes solo
había tumbas.
Intentan
escapar, pero no pueden, algo les agarra los pies y no pueden
correr, luchan por zafarse de las manos que les tiran de las piernas
hacia abajo, hacia las profundidades de la tierra.
Serán
alimento de los monstruos.
En
ese momento suena un timbre y la pesadilla desaparece. -¡Arriba! Se
oye la voz de una madre. – Jimena, es hora de ir al colegio.
Con
dolor de cabeza Jimena se levanta y se asoma a la ventana, algo ha
cambiado. Mira y ve que todo es de color gris, y está en ruinas,
su propia casa está destrozada…
FIN
Autores
del cuento en cadena. Pesadilla en el colegio
Grupo
de AFC, (fomento de la lectura)
Victoria
Jimena
Alejandra
Alfonso
Guillermo
Marta
Marina
Lucia.
Coordinadora;
Manoli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario